domingo, 4 de julio de 2010

Porque sin buscarte ando encontrándote por todos lados, principalmente cuando cierro los ojos.
Marcharme con zapatos relucientes y el corazón lleno de polvo.
¿Querés que te apague la luz o te la dejo hasta que te levantes? me preguntó desde la puerta. No sé como alcancé a decirle que era lo mismo, algo así y escuché el ruido de la puerta al cerrarse y entonces me tapé la cabeza con frasadas y qué le iba a hacer, a pesar de los cólicos me mordí las dos manos y lloré tanto que nadie puede imaginarse lo que lloré mientras le maldecía e insultaba y le clavaba un cuchillo en el pecho, cinco, diez, veinte veces, maldiciéndola cada vez y gozando de lo que sufría y de cómo me suplicaba que la perdonase por lo que me había hecho.
Benditos sean mis ojos porque tan alto te miraron
Maga oí, esto es sólo para vos, para que no se lo cuentes a nadie. Maga, el hueco de alma era yo,vos temblabas, pura y libre como una llama, como un río de mercurio, como el primer canto de un pájaro cuando rompe el alba, y es dulce decírtelo con las palabras que te fascinaban porque no creías que existiesen fuera de los poemas, y que tuviésemos derecho a emplearlas. Dónde estarás, dónde estaremos desde hoy...